Hola
a tod@s, les doy la bienvenida a mi blog donde compartiré las distintas
sesiones de mi formación en Orientación para la Cualificación Profesional.
Como
podréis observar a medida que avanzáis, se introducirán aspectos de gran
utilidad para el desarrollo de nuestro Balance de Competencias a través de
diferentes actividades relacionadas con la orientación para el empleo.
¡Adelante!
Introducción
A lo largo de las clases de la asignatura
Orientación para la Cualificación Profesional impartida por Inmaculada
Martínez, hemos podido aprender algunas técnicas del Balance de Competencias.
Para ello, me he guiado del capítulo II Competencias y Cualificaciones de
Benito Echevarría Samanes (2010), el cual nos plantea las fases de acogida e
investigación que hemos visto en clase y algunos instrumentos que incluyen
estas fases como la rejilla de constructos personales, la línea de la vida, la
ventana de Johari, el personal learning environment, el Competea…
Gracias a estas herramientas el
orientador podrá guiar al orientado en sus intereses profesionales y sus
objetivos podrán convertirse en competencias de acción profesional.
Por tanto, el orientador es concebido
como un intermediario que acompaña y hace consciente a la persona orientada de
sus capacidades, que facilita las herramientas o técnicas para el
autoconocimiento de sus propias competencias y que guía el proceso conocido
como el Balance de Competencias.
A través del Balance de Competencias,
la persona reflexiona sobre su formación, su experiencia profesional, toma
consciencia de sus competencias y las evalúa para mejorar en sus capacidades.
Como dice Echevarría, B. (2010) la persona orientada debe diferenciar entre
saber lo que hay que hacer en una situación determinada y el enfrentase a ella
en una situación real.
El BdC es un “proceso reflexivo continuado que debe
permitir a una persona elaborar su proyecto profesional a corto, medio y largo
plazo, partiendo del análisis de su experiencia, de su historia, de la
detección de sus competencias y de su potencial, sin olvidar sus gustos, sus
valores prevalentes y sus elecciones personales en la vida”.(Yatchinovski y
Michard, Op. Cit., citado por Rodríguez Moreno, M.L. en Evaluación, balance y
formación de competencias laborales transversales, (2006).
Hay que hacer hincapié en que el diagnóstico en el
ámbito de la Orientación Profesional es una actividad compleja que no puede
reducirse a la aplicación puntual de una única prueba puesto que las
características de los destinatarios de la orientación al ser tan diversas
requieren del uso de varias estrategias que permitan abarcar las diferentes
variables y situaciones relevantes para la Orientación Profesional. Ante esto,
el uso conjunto de las pruebas estandarizadas y las estrategias abiertas y
cualitativas se ha propuesto como una práctica necesaria, dada la
complementariedad y aportación de beneficios existente entre ambas.
De nuevo, siguiendo a Echevarría, B.
(2010) para que una persona sea competente es necesario poner en acción
diversos recursos y ser consciente de la importancia de la participación, ya
que sin participación solo somos un espectador o sujeto pasivo que no se
desarrolla en sus competencias profesionales ni se diferencia de los demás.
Según Echevarría, el éxito
profesional se compone de un 25 % de aptitud y un 75 % de actitud, existiendo
una estrecha relación entre la capacidad y la competencia, pero si esta
capacidad no se pone en acción nunca será una competencia.
Por consiguiente, es necesaria la
acción, llevar a la práctica los conocimientos y tomar la iniciativa para
emprender o comenzar nuestro proyecto profesional, ya que actualmente para
acceder a un empleo se nos exige distintas competencias en varias áreas
profesionales y un saber hacer, no solamente un saber o un título.
Por otro lado, estoy de acuerdo con
este autor en que existe una clara diferencia entre orientar e informar.
Vivimos en un mundo globalizado donde la información está al alcance de todos
gracias a las nuevas tecnologías pero la orientación va un paso más allá.
La orientación es un proceso para el
autoconocimiento y reflexión del usuario, un acompañamiento que permite a las
personas situarse en sus intereses y en un proyecto profesional y vital que
solo un profesional de la orientación puede conseguir.
La competencia de acción profesional
diferencia entre saber lo que hay que hacer en una situación determinada
y el enfrentarse a ella en una situación real ya que una cosa es “ser
capaz” y otra distinta es “ser competente”.
Además, como
futuros orientadores debemos tener predisposición ante el nuevo aprendizaje con
el objetivo de ser flexibles y saber adaptarnos a los cambios que sufre nuestra
sociedad. Para ello, es importante complementarnos y combinar nuestras competencias
con la de otros profesionales llegando a formar un gran equipo.
A continuación, os dejo un vídeo de
Echevarría en unas jornadas sobre Orientación, Formación y Empleo que me ha
servido de ayuda para la elaboración de mi presentación:
Bibliografía
Echeverría, B. (2010). Orientación en la evaluación, reconocimiento y acreditación de
competencias, en B. Echeverría (Coord.), S. Isus, M.P. Martínez y L.
Sarasola, Orientación Profesional. Barcelona: Editorial UOC.
Echeverría, B. (2010). Competencias y cualificaciones, en B. Echeverría (Coord.), S. Isus,
M.P. Martínez y L. Sarasola. Orientación Profesional. Barcelona: Editorial UOC.
Padilla, M. T. (2009). El diagnóstico en Orientación Profesional: modalidades e instrumentos, en
L.M. Sobrado y A. Cortés (Coords.), Orientación Profesional. Madrid: Biblioteca
Nueva.
Rodríguez Moreno, M.L. (2006). Evaluación, balance y formación de competencias laborales transversales.
Barcelona: Laertes.
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